jueves, 23 de octubre de 2014

Hablar de Igualdad

De algo tan justo como ser tratados de la misma forma ante la ley.
De algo tan importante como poder participar con las mismas oportunidades en todos los ámbitos de la sociedad.
De algo tan imprescindible como no temer por tu vida ni por tu seguridad o la de las personas que quieres.
De algo tan fundamental como no sufrir la discriminación o el acoso por cuestión de sexo.
De algo tan valioso como sentir la autonomía y la libertad.
De algo tan complejo como es construir relaciones basadas en el respeto.
De algo tan sensato como compartir derechos y obligaciones en la vida personal, familiar, social y profesional.
De algo tan importante como es reconocer que mujeres y hombres portamos valores, conocimientos y experiencias que hemos heredado de siglos de historia y que son imprescindibles para el desarrollo de la humanidad.
De algo tan interesante como descubrir que podemos reinventarnos y ser todo lo que soñemos, sin sentir ningún obstáculo por el hecho de ser hombre o mujer.
De algo tan especial como que todo ser humano pueda desarrollar todo su potencial afectivo, intelectual, artístico o físico.
Cuando hablamos de igualdad estamos hablando de todo esto.
De vivir plenamente reconociendo toda nuestra experiencia, capacidades y valores, como mujeres y hombres.

www.migualdad.es/mujer

miércoles, 3 de septiembre de 2014

CUENTO DE ARTURO Y CLEMENTINA

Un hermoso día de primavera Arturo y Clementina, dos jóvenes y hermosas tortugas rubias se conocieron al borde de un estanque y aquella misma tarde descubrieron que estaban enamorados.

Clementina, alegre y despreocupada, hacía muchos proyectos para su vida futura mientras paseaban los dos a orillas del estanque y pescaban alguna cosilla para la cena.
Clementina decía… “Ya verás qué felices seremos. Viajaremos y descubriremos otros lagos y otras tortugas diferentes, y encontraremos otra clase de peces y otras plantas y flores en la orilla... ¡Será una vida estupenda! Iremos incluso al extranjero. ¿Sabes una cosa? Siempre he querido visitar Venecia...” Arturo sonreía y decía vagamente que sí.

Pero los días transcurrían iguales al borde del estanque. Arturo había decidido pescar él solo para los dos y así Clementina podría descansar. Llegaba a la hora de comer con renacuajos y caracoles, y le preguntaba a Clementina, ¿Cómo estás, cariño? ¿Lo has pasado bien?, y Clementina suspiraba. “¡Me he aburrido mucho! ¡Todo el día sola esperándote!” “¡ABURRIDO!” gritaba Arturo indignado, “¿Dices que te has aburrido? Busca algo que hacer”. El mundo está lleno de ocupaciones interesantes. ¡Sólo se aburren los tontos! A Clementina le daba mucha vergüenza ser tonta, y hubiera querido no aburrirse tanto, pero no podía evitarlo.

Un día, cuando volvió Arturo, Clementina le dijo “Me gustaría tener una flauta. Aprendería a tocarla, inventaría canciones, y eso me entretendría.” Pero a Arturo esa idea le pareció absurda “¿TÚ? ¿Tocar la flauta tú? ¡Si ni siquiera distingues las notas! Eres incapaz de aprender. No tienes oído.”

Aquella misma noche, Arturo compareció con un hermoso tocadiscos y lo ató bien a la casa de Clementina mientras decía “Así no lo perderás. ¡Eres tan distraída...!”.

Clementina le dio las gracias, pero aquella noche, antes de dormirse, estuvo pensando por qué tenía que llevar a cuestas aquel tocadiscos tan pesado en lugar de una flauta ligera, y si era verdad que no hubiera llegado a aprender las notas y que era distraída. Pero después, avergonzada, decidió que tenía que ser así, puesto que Arturo, tan inteligente, lo decía. Suspiró resignada y se durmió.

Durante unos días, Clementina escuchó el tocadiscos. Después se cansó. Era, de todos modos, un objeto bonito y se entretuvo limpiándolo y sacándole brillo; pero al poco tiempo volvió a aburrirse.

Un atardecer, mientras contemplaban las estrellas a orillas del estanque silencioso, Clementina dijo “Sabes, Arturo, algunas veces veo unas flores tan bonitas, de colores tan extraños, que me dan ganas de llorar... Me gustaría tener una caja de acuarelas y poder pintarlas.” “¡Vaya idea ridícula!”, respondió Arturo, “¿Es que te crees una artista? ¡Qué bobada!”.

Clementina pensó “Vaya, ya he vuelto a decir una tontería. Tendré que andar con mucho cuidado o Arturo va a cansarse de tener una mujer tan estúpida...” Y se esforzó en hablar lo menos posible. Arturo se dio cuenta en seguida y afirmó “Tengo una compañera aburrida de veras. No habla nunca y, cuando habla, no dice más que disparates”. Pero debía sentirse un poco culpable y, a los pocos días, se presentó con un paquetón: “Mira, he encontrado a un amigo mío pintor y le he comprado un cuadro para ti. Estarás contenta, ¿no? Decías que el arte te interesa. Pues ahí lo tienes. Átatelo bien porque, con lo distraída que tú eres, ya veo que acabarás por perderlo.”

La carga de Clementina aumentaba poco a poco. Un día se añadió un florero de Murano “¿No decías que te gustaba Venecia? Tuyo es. Átalo bien para que no se te caiga. ¡Eres tan descuidada!”. Otro día llegó una colección de pipas austriacas dentro de una vitrina. Después, con una enciclopedia que hacía suspirar a Clementina “Si por lo menos supiera leer...”

Llegó un momento en que fue necesario añadir un segundo piso. Con la casa de dos pisos a sus espaldas, ya no podía ni moverse. Arturo le llevaba la comida y esto la hacía sentirse impotente, él siempre le decía “¿Qué harías tú sin mi?”; “Claro”, suspiraba Clementina, “¿Qué haría yo sin ti?”.

Poco a poco la casa de dos pisos quedó también completamente llena. Pero ya casi tenían la solución: tres pisos más se añadieron ahora a la casa de Clementina que hacía ya mucho tiempo que se había convertido en un rascacielos.

Una mañana de primavera decidió que aquella vida no podía seguir más tiempo. Salió sigilosamente de la casa y se dio un paseo: fue muy hermoso, pero muy corto. Arturo volvía a casa para el almuerzo y debía encontrarla esperándole. Como siempre.

Pero, poco a poco el paseíto se convirtió enana costumbre y Clementina se sentía cada vez más satisfecha de su nueva vida. Arturo no sabía nada, pero sospechaba que ocurría algo.
“¿De qué demonios te ríes? Pareces tonta”, le espetó uno de los días que la encontró, feliz, después de su paseo matutino. Pero Clementina esta vez no se preocupó en absoluto.

Ahora salía de casa en cuanto Arturo volvía la espalda y él la encontraba cada vez más extraña, y encontraba la casa cada vez más desordenada. Pero Clementina empezaba a ser verdaderamente feliz y las regañinas de Arturo ya no le importaban.

Y un día Arturo encontró la casa vacía. Se enfadó muchísimo y no entendió nada. Años más tarde seguía contándoles lo mismo a sus amigos:
“Realmente era una ingrata la tal Clementina. No le faltaba de nada. ¡Veinticinco pisos tenía su casa, y todos llenos de tesoros!”


Las tortugas viven muchísimos años y es posible que Clementina siga viajando feliz por el mundo. Es posible que toque la flauta y haga hermosas acuarelas de plantas y flores. Si encuentras una tortuga sin casa, intenta llamarla: ¡Clementina! ¡Clementina! Y si te contesta, seguro que es ella.

domingo, 23 de marzo de 2014

La entrevista al revés




- Vengo por lo del anuncio señora.

- Bien, dice la jefa de personal, siéntese. ¿Cómo se llama usted?

- Bernardo.

- Señor o señorito?.

- Señor.

- Deme su nombre completo.

- Bernardo Delgado, señor de Pérez.

- Debo decirle, señor de Pérez que actualmente, en nuestra dirección no le gusta emplear varones casados.

En el departamento de la señora Moreno, para el cual nosotros contratamos el personal, hay varias personas de baja por paternidad. Es legítimo que las parejas jóvenes deseen tener hijos, nuestra empresa, que fabrica ropa de bebé les anima a tener hijos; pero el ausentismo de los futuros padres y de los padres jóvenes constituye un problema para la marcha efectiva de un negocio.

-Lo comprendo, señora pero y tenemos dos niños y no queremos más. Además tomo la píldora.

-Bien, en este caso sigamos. ¿Qué estudios tiene usted?

- Tengo el certificado escolar de primer grado de formación profesional administrativo. Me habría gustado estudiar el bachillerato; pero en mi familia éramos cuatro y mis padres dieron prioridad a las chicas, lo que es muy normal. Tengo una hermana coronela y la otra mecánica.

- ¿En qué ha trabajado usted últimamente?

- Básicamente he hecho sustituciones ya que me permitía ocuparme de los niños mientras eran pequeños.

-¿Qué profesión desempeña su esposa?


-Es jefa de obras de una empresa de construcciones metálicas. Pero está estudiando ingeniería, ya que en el futuro tendrá que sustituir a su madre que es la que creó el negocio.

-Volviendo a usted. ¿Cuáles son sus pretensiones?

-Pues…

- Evidentemente, con un puesto de trabajo como el de su esposa usted deseará un sueldo de complemento, unos pesos para gastos personales como todo varón desea tener para sus caprichos y sus trajes. Le ofrecemos Bs. 420 para empezar, una paga extra y un bono por cumplimiento. Fíjese en este punto, señor Pérez, el cumplimiento es absolutamente indispensable en todos los puestos. Ha sido necesario que la empresa crease este bono para animar al personal a no faltar por tonterías. Hemos conseguido disminuir el ausentismo masculino a la mitad. Sin embargo, hay señores que faltan con el pretexto de que el niño tose o hay una huelga en la escuela. ¿Cuántos años tienen sus hijos?

- La niña 6 y el niño 4. Los dos van a clases y los recojo por la tarde cuando salgo del trabajo, antes de hacer las compras.

-¿Si se ponen enfermos tiene usted algo previsto?

- Su abuelo puede cuidarlos, vive cerca.

- Muy bien, gracias señor Pérez. Ya le comunicaremos nuestra respuesta dentro de algunos días.

- El señor Pérez salió de la oficina lleno de esperanza. La jefa de personal se fijó en él al marcharse. Tenía las piernas cortas, la espalda un poco encorvada y apenas tenía bello << la señora Moreno detesta los calvos>> recordó la responsable de la contratación. Y además le habría dicho <<más bien uno alto, rubio, con buena presencia y soltero>>.


Bernardo Delgado señor de Pérez recibió tres días más tarde una carta que empezaba diciendo: <<Lamentablemente……>>



viernes, 26 de abril de 2013

El gran amor

"Nos hicieron creer que el “gran amor”, sólo sucede una vez, generalmente antes de los 30 años. No nos contaron que el amor no es accionado, ni llega en un momento determinado. Las personas crecen a través de la gente. Si estamos en buena compañía, es más agradable.

Nos hicieron creer que cada uno de nosotros es la mitad de una naranja, y que la vida sólo tiene sentido cuando encontramos la otra mitad. No nos contaron que ya nacemos enteros, que nadie en la vida merece cargar en las espaldas, la responsabilidad de completar lo que nos falta.

Nos hicieron creer en una fórmula llamada "dos en uno": dos personas pensando igual, actuando igual, que era eso lo que funcionaba. No nos contaron que eso tiene nombre: anulación. Que sólo siendo individuos con personalidad propia, podremos tener una relación saludable.

Nos hicieron creer que el casamiento es obligatorio y que los deseos fuera de término, deben ser reprimidos. Nos hicieron creer que los lindos y delgados son más amados. Nos hicieron creer que sólo hay una fórmula para ser feliz, la misma para todos, y los que escapan de ella están condenados a la marginalidad. No nos contaron que estas fórmulas son equivocadas, frustran a las personas, son alienantes, y que podemos intentar otras alternativas.

Ah!, tampoco nos dijeron que nadie nos iba a decir todo esto... cada uno lo va a tener que descubrir solo. Y ahí, cuando estés muy enamorado de ti, vas a poder ser muy feliz y te vas a enamorar de alguien.
Vivimos en un mundo donde nos escondemos para hacer el amor… aunque la violencia, se practica a plena luz del día..."

John Lennon.

martes, 9 de abril de 2013

La mujer y el león



Se decía que en una aldea en Etiopía, un hombre y una mujer, viudos, aunque jóvenes, deciden formar juntos una nueva familia. Pero hay un problema, el hombre tiene un hijo de corta edad, que no ha superado aún la muerte de su madre. Ésta le prepara los platos especiales, le confecciona bonitas prendas y se comporta, siempre amablemente con él, pero el niño, ni siquiera le dirige la palabra.


La mujer acude al hechicero:

-¿Qué puedo hacer para que mi hijo me acepte como madre ?-

-Me has de traer tres pelos del bigote de un león - le dice el sabio a la mujer.

La mujer se va preocupada, preguntándose cómo le podía sacar tres pelos a un león sin ser devorada, pero decide intentarlo por el bien de su familia.

Cuando al fin encuentra al león, guarda una distancia prudencial, temerosa de acercarse. Permanece largo rato observándonlo de lejos.

La espera se hace interminable hasta que la mujer decide ofrecerle comida. Después de acercarse un poco más le deja un pedazo de carne y se aleja. Y cada día hace lo mismo.

Poco a poco, el león se acostumbra a la presencia de la mujer, hasta que ésta pasa a formar parte de su vida. Un día, cuando el león está dormido le arranca tres pelos del bigote sin problemas.

Pero antes de llevarle los pelos al hechicero comprende que su problema está resuelto:

HA HALLADO EL VALOR DE LA PACIENCIA.

Como el león, debe acercarse al niño poco a poco, esperando fielmente, respetando su actitud y su territorio... hasta conquistar su corazón con su paciencia.

DESCONOCIDO

jueves, 4 de abril de 2013

El cuento de las herramientas


En un pequeño pueblo, existía una diminuta carpintería famosa por los muebles que allí se fabricaban. Cierto día las herramientas decidieron reunirse en asamblea para dirimir sus diferencias. Una vez estuvieron todas reunidas, el martillo, en su calidad de presidente tomó la palabra.

-Queridos compañeros, ya estamos constituidos en asamblea. ¿Cuál es el problema?. -Tienes que dimitir- exclamaron muchas voces.

-¿Cuál es la razón? – inquirió el martillo. -¡Haces demasiado ruido!- se oyó al fondo de la sala, al tiempo que las demás afirmaban con sus gestos. -Además -agregó otra herramienta-, te pasas el día golpeando todo.

El martillo se sintió triste y frustrado. _Está bien, me iré si eso es lo que queréis. ¿Quién se propone como presidente?.

-Yo, se autoproclamó el tornillo -De eso nada -gritaron varias herramientas-.Sólo sirves si das muchas vueltas y eso nos retrasa todo.

-Seré yo -exclamó la lija- -¡Jamás!-protesto la mayoría-. Eres muy áspera y siempre tienes fricciones con los demás.

-¡Yo seré el próximo presidente! -anuncio el metro. -De ninguna manera, te pasas el día midiendo a los demás como si tus medidas fueran las únicas válidas – dijo una pequeña herramienta.

En esa discusión estaban enfrascados cuando entró el carpintero y se puso a trabajar. Utilizó todas y cada una de las herramientas en el momento oportuno. Después de unas horas de trabajo, los trozos de madera apilados en el suelo fueron convertidos en un precioso mueble listo para entregar al cliente. El carpintero se levanto, observo el mueble y sonrió al ver lo bien que había quedado. Se quitó el delantal de trabajo y salió de la carpintería.

De inmediato la Asamblea volvió a reunirse y el alicate tomo la palabra: “Queridos compañeros, es evidente que todos tenemos defectos pero acabamos de ver que nuestras cualidades hacen posible que se puedan hacer muebles tan maravillosos como éste”. Las herramientas se miraron unas a otras sin decir nada y el alicate continuo: “son nuestras cualidades y no nuestros defectos las que nos hacen valiosas. El martillo es fuerte y eso nos hace unir muchas piezas. El tornillo también une y da fuerza allí donde no actúa el martillo. La lija lima aquello que es áspero y pule la superficie. El metro es preciso y exacto, nos permite no equivocar las medidas que nos han encargado. Y así podría continuar con cada una de vosotras.

Después de aquellas palabras todas las herramientas se dieron cuenta que sólo el trabajo en equipo les hacia realmente útiles y que debían de fijarse en las virtudes de cada una para conseguir el éxito.